Bajarás las escaleras hacia la cocina, encontrarás carnes frías y refrescos con gas en el refrigerador, buscarás una bolsa negra y pondrás todo eso y las galletas Oreo para tirar a la basura.
Recordarás el bote de avena sobre la alacena, lo tomarás y la prepararás con agua caliente, así, sin azúcar, porque algo deberás cenar. Te asqueará la consistencia viscosa y en cada cucharada evitarás devolver el estómago. Lucharás y acabarás el plato.
Te sentirás bien contigo misma e irás a la cama. Serán las 3 de la madrugada, tendrás insomnio, serán las cuatro tal vez, no resistirás. Descongelarás unas tortillas de maíz que seguramente a propósito olvidaste en la nevera y cortarás queso y chile ancho, calentarás el comal...comerás dos quesadillas, después dormirás un poco hasta las 7.
Harás despensa ese lunes al salir del trabajo. Recordarás que cada domingo por la noche pasa lo mismo y sonreirás.
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